Tuesday, March 18, 2014

La gran ventana de los sueños, Fogwill (Alfaguara)

En paz descansa


Es frecuente que a la muerte de un gran escritor siga una profusa publicación de textos inéditos encontrados en sus archivos, de calidad inferior a la obra publicada en vida: no es el caso de este libro póstumo de Rodolfo Enrique Fogwill (1941-2010). El autor había dejado el original impreso al grupo de arte plástico Mondongo, que avisó a la familia, y fueron encontradas las versiones digitales de lo que resultó un libro preparado para publicar, con una nota introductoria (“Claro que vivo”) y hasta dedicado a los cuatro psicoanalistas que “desordenaron” los sueños fogwillianos de 1963 a 1981.
La práctica de anotar sueños en cuadernos fue sostenida durante décadas por el autor de Los Pichiciegos, pero solo en sus últimos años empezó a convertirlos en obra. El libro tiene sueños pero también muchas reflexiones sobre esos sueños, sobre el ejercicio de soñar, y sobre el ejercicio de reponerlos también. Sueños de navegación y de cementerios, sueños de regreso al mundo infantil, sueños de verse al espejo y encontrar la imagen del propio padre con una calvicie que nunca tuvo, sueños de pipas y de erotismo amoral, sueños donde el soñador es un langostino de rutilante desempeño universitario. No son tomados como algo privado personal, sino como “la materia prima de la contemporaneidad”; “tal vez los sueños sean lo social en estado puro”. Y no son “analizados” para ver la realidad que hay detrás. No trata Fogwill a sus sueños como serviciales de una verdad que se oculta. Sobre la práctica analítica dice: “Cuando se ha abandonado cualquier propósito de conocimiento o de cura interesa más el goce del sueño que la producción de muestras para las biopsias del alma o del deseo”.
La ventana de los sueños es una ventana al mundo, claro, solo que con códigos que se nos escapan. Fogwill, novelista certero, polemista exitoso, poeta relativamente desatendido, ofrece en estas páginas una colección de relatos que son “obra del sueño u obra del dueño, siempre más original que cualquier ficción”. La honestidad, la transparencia con que están contemplados y relatados los sueños, está despojada de cálculos de utilidad, de objetivos de combate. El puro sentido de la curiosidad motoriza el recordar y contar, y la fascinación por el funcionamiento de la mente y los sentidos, liberada de la necesidad de demostrar su inteligencia, de pergeñar una historia genial, nos deja un Fogwill sereno, un final feliz de Fogwill, mucho más hedonista que peleador. Acaso sean sus páginas narrativas con mayor valor poético; acaso no hay mejor modo de contar los sueños que con una voz proveniente del descanso eterno.

[publicado en RS julio 2007]


No comments: