Tuesday, March 18, 2014

El prisionero, de Miguel Brascó (Ed. Vocación)

Gustosa Prisión
Cárcel sibarita en la Francia post-jacobina

 

En el 1794, cinco larguísimos años después de la Revolución, guillotinado ya Robespierre, Francia se ve sacudida por intrigas políticas y traiciones económicas; los grandes sueños de refundación igualitaria de la vida común lidian con la sombra envilecida de sus ambiciones… Un libertario jacobino, gran orador que arenga multitudes contra las mezquindades de los nuevos funcionarios estatales, es apresado: con su llegada a la inexpugnable fortaleza de Maubeuge comienza la novela, cuyo relato se regocija al interior de una prisión harto extraña, con “celdas” que tienen camas doble plaza, sillones de terciopelo y hasta chimeneas crepitantes; con un régimen alimenticio digno de la más alta envidia; con reclusos que son teósofos esotéricos, geómetras reversibles y divos andróginos castrati.

El autor, Miguel Brascó, nació santacruceño en 1926 y es un creador renacentista por plural: poeta, pintor y dibujante (hizo la tapa del libro), sommelier libertario (“el mejor vino es el  que mas le guste”), critico gastronómico y compositor de folklore, y, a juzgar por esta divertidísima novela, un narrador danzarín que logra lo que pocos: afectar graves asuntos con una pícara historia. La libertad y su imposible fijación en una imagen, el amor y la insondable vinculación del yo con el yo a través del otro, la política y sus preguntas por las implicaciones de los militantes, son problemas que no salen indemnes de la novela pero sin ser tematizados por El prisionero, porque su prosa  no es programática, es libre.

[publicado en Rolling Stone noviembre 2013]

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