Tuesday, March 18, 2014

Desconfiar de las imágenes, de Harun Farocki (Caja Negra)

Mecanismos de la imagen


Gran libro para conocer el mundo de un cineasta que hace documentales como ensayos cinematográficos. Nacido en Alemania (1944), Farocki milita una exigencia al arte: que sirva; pero no como utilitarismo venerador del rendimiento, sino como herramientas estéticas, bellas en sí mismas a la vez que vehículos de procesamiento de una cólera o una intriga políticas. Con El fuego inextinguible (1969), por ejemplo, conmovedora película sobre el napalm, donde Farocki se apaga un cigarrillo en el antebrazo frente a la cámara para sentir un ápice del infierno estadounidense en Vietnam a la vez que para mostrar la distancia de los espectadores occidentales con los acontecimientos; o con Imágenes del mundo y epitafios de guerra (1988), donde reconstruye la historia de las imágenes –sobre todo aéreas- de los campos de concentración y exterminio nazis. Son dos ejemplos de muchos; además de sus películas, hace años el realizador monta video-instalaciones, como las que presentó recientemente en Fundación Proa, en Buenos Aires, con gran éxito de público.

Los textos reunidos en el presente libro (veinticuatro, escritos entre 1980 y 2012) muestran que los films son un momento, con capacidad de circulación e interpelación, de un proceso de investigación que los precede y excede. Sin contar algunos escritos iniciales sobre políticas técnicas cinematográficas (donde cuestiona la entronización del plano-contraplano, o la preponderancia de la isla de edición en las realizaciones mainstreem contemporáneas, e incluso el devenir estilístico de sus primeros referentes, como Fassbinder o Wenders), el grueso de los textos son ensayos incisivos sobre el régimen de existencia de las imágenes, su producción, su distribución, su consumo. Cámaras ubicadas en la punta de los misiles; videojuegos de realidad virtual que entrenan para la guerra tanto como sirven de terapia post-traumática de los soldados; animaciones informáticas de la naturaleza que tornan al mundo defectuoso en comparación; el tabú cinematográfico de las imágenes del trabajo fabril (se retrata la vida de los trabajadores, su entrada o salida de la fabrica, pero no su trabajo, dice Farocki); el uso de las cámaras en las prisiones estadounidenses y la topología del control; la vida planificada palmo a palmo por la imaginación ingenieril de los centros comerciales: la fascinación y el terror ante el poder de las imágenes, cuya potencia, sin embargo, muestra la obra entera del autor, puede revertir su orientación. 

[en RS mayo 2013]

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