Wednesday, July 27, 2011

Oliverio Coelho, Un hombre llamado Lobo (Duomo)

Aventuras del hombre gris

Sexta novela del autor nacido en 1977 en Buenos Aires, editada desde España por un sello italiano, Lobo se suma al hermoso coro que cuida la orgullosa llama de la literatura en Argentina. Y deja atrás el prestigio de Coelho como palabrista, las loas por su destreza con los “vocablos”, que suponen que un buen escritor es alguien con talento para las palabras. La vida gris de Silvio Lobo nos recuerda que un buen escritor trabaja en una forma de decodificar el mundo, y una forma de expresar que sabe cuales palabras usar porque sabe con que vida habla.

En sus novelas anteriores, Coelho saldó una obsesión con el lenguaje oscura pero pícara. En esta, su lenguaje se le hizo natural, y campea una especie de obsesión serena por el mundo. En un periplo por Caballito, Almagro y el centro porteño, Temperley, Carmen de Patagones, Viedma y el chato interior bonaerense, narra situaciones de escala corporal, pero, paradojas, acercar la lupa devuelve lucidez panorámica, y esa narrativa micro ambiental da con hallazgos de alcance transversal: epocales, tipologicos, a veces éticos; formas de ser. Silvio Lobo, inspector municipal que a los cuarenta dejó la casa materna, y Marcusse, el fabuloso -y ludópata- detective privado que contrató para buscar a su mujer en fuga, Estela; son personajes chiquitos y universales a la vez, personajes que podrían calificarse de patéticos, porque las cosas sobre todo les pasan, presas vitalicias de las circunstancias. Pero sin embargo, en este realismo de la extrañeza, realismo de lo imaginado (y no de la obviedad yoica del autor), estos personajes rotos, mal parados, son especimenes perfectamente válidos para conmoverse con lo que está en juego en una vida.

Alma Guilermoprieto, Desde el pais de nunca jamas (Debate/Mondadori))

Latinoamerica de ayer y de hoy

Informarse no es lo mismo que conocer; el conocimiento viene ligado a una experiencia. Algunas obras logran conectarnos con la experiencia del conocimiento, y no meramente con su producto. Es una de las aspiraciones de la crónica como género periodístico, y puede lograr, como esta compilación de la periodista mexicana, que los datos tengan –o recobren- sentido: su efecto sensible en el entorno mundano donde existen. Se leen, entonces, estas crónicas de Latinoamérica, olvidándose de que se está leyendo, es como si el texto no estuviera, como si visitáramos hechos, personas, lugares, situaciones, campamentos guerrilleros en El Salvador de los primeros ochentas; calles, plazas y bares cubanos durante los días de la visita del papa Juan Pablo Segundo; la selva chiapaneca en los años previos a la existencia publica del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, pero también el masivo mundo del umbanda brasileño, la lucha libre femenina en Bolivia…

Alma Guillermoprieto nació en México DF pero hizo carrera en Estados Unidos, es desde hace treinta años la cronista sobre asuntos latinoamericanos en medios de prensa estadounidenses de primera línea, como The new yorker o National Geographic, y ha recibido numerosos premios. Desde el país de nunca jamás reúne una selección de sus crónicas, organizada en tres secciones: los ochenta, los noventa, los dos mil. Hay crónicas que son largos perfiles de personajes, como Mario Vargas Llosa y Eva Duarte de Perón; y hay “rarezas”, como una crónica sobre el grupo Menudo (si, donde debutara -por así decir- Ricky Martin), que muestran la policromía del subcontinente. Pero sobre todo, el libro muestra una inquietud, primero en torno a la violencia política, revolucionaria y contrarrevolucionaria (Salvador, Sendero Luminoso en Perú, Granada invadida por Estados Unidos), y luego, en los textos mas recientes, en torno al poder del narcotráfico, la corrupción política estructural y la violencia social naturalizada que apareja, sobre todo en crónicas mexicanas, como la que cuenta sobre la epidemia de tormentos y asesinatos de mujeres en el norte. Los textos fueron escritos para el público estadounidense, y eso se nota en la mezcla de gravedad social, indignación política y asombro folclórico; pero más aun en las tres crónicas dedicadas a Cuba y Fidel Castro. Guillermoprieto no se ahorra tomar postura; lo hace mediante el recorte de los hechos, el encuadre, pero sobre todo, el tono. No transmite teorías que interpreten lo que cuenta, pero las notas articulan su carga informativa en una consistencia afectiva lograda por el arte del relato, por contar cada historia como un mundo, uno de los muchos mundos del mundo.

David Byrne, Diarios de bicicleta (Mondadori)

Cuando visita Buenos Aires, Berlín, Estambul u otras ciudades, el ex líder de los Talking Heads se mueve pedaleando. Además escribe, saca algunas fotos, y en Diarios de bicicleta cuenta lo que ve, lo que eso le evoca, lo que opina. Para fetiche de fanáticos; fuera del prologo, suerte de manifiesto ciclista, Byrne escribiendo es un músico fuera de serie.

(Rolling Stone)